Había una vez un cerdito llamado Costantino que vivía en una pequeña y oscura corralina dentro de una granja muy grande. Costantino era un cerdito muy gordo y perezoso, le encantaba comer comida rápida y poco saludable y dormir todo el día bajo la pequeña ventana por la que le entraba un poco de luz los días que no había niebla.
Un día, mientras estaba tumbado, Costantino se dio cuenta de que no se sentía bien. Así que decidió hablar con su criador y él le dijo que necesitaba hacer ejercicio y comer alimentos saludables para sentirse mejor. Costantino no estaba seguro de cómo hacerlo, pero su criador le dijo que podía salir a explorar el mundo que lo rodeaba por las montañas del Pirineo.
Así que Costantino decidió dar un paseo por la montaña. Durante su viaje, Costantino descubrió que caminar por las rocas y los arroyos era muy divertido, y también encontró frutas y verduras frescas para comer. Poco a poco, Costantino empezó a perder peso y a sentirse mucho mejor.
Un tiempo después, Costantino regresó a la granja y compartió sus aventuras con sus hermanos y amigos. Todos quedaron impresionados por cómo había cambiado y muchos decidieron seguir su ejemplo. Y así, poco a poco los animales de la granja comenzaron a plantearse vivir una vida sana y activa, gracias a las venturas de Costantino.
Primero llegaron a la montaña unos pocos amigos de Costantino que avisaron a otros amigos y poco a poco la montaña se fue llenando de cerditos en busca de una vida mas saludable. Costantino no había previsto que si tantos cerdos iban a la montaña pronto se acabarían las frutas y verduras frescas y habría que llevar a la montaña comida rápida y poco saludable. Además todo eso haría que el agua cristalina de los arroyos comenzara a oscurecer.
Preocupado por el futuro, Costantino comenzó a buscar historias de cerditos que hubieran dado ese salto a la montaña mucho antes que él y encontró una bonita historia que hablaba de unos cerditos felices que vivían en pequeñas comunidades en un monte lleno de recursos y cuidados. Así que Costantino decidió emprender marcha de nuevo y buscarlos.
Costantino caminó y caminó hasta que vio a lo lejos un bonito encinar y olivar en el que había unos pocos cerditos que tenían todos los recursos para vivir tranquilos y de forma saludable. Al ver lo felices que eran y la cantidad de comida fresca que tenían, Costantino decidió quedarse a vivir con ellos para siempre.
La moraleja de esta historia es que una vida activa y una dieta saludable son esenciales para mantenerse saludable y feliz. La naturaleza es un lugar maravilloso para descubrir estas cosas y disfrutar de la vida al máximo. Una naturaleza que tenemos que cuidar, al igual que tenemos que cuidar la esencia de las cosas, para que sean auténticas y no sucedáneos que no aportan nada más que ruido.